Mercedes-Benz 130: el coche que inspiró al Beetle

En 1933, Mercedes-Benz decidió entrar en el segmento de los vehículos compactos y asequibles.

El objetivo era crear un coche que combinara un tamaño reducido con el confort y la sofisticación típicos de la marca.

Para lograrlo, la empresa adoptó un enfoque audaz: colocó un motor de cuatro cilindros de 1,3 litros refrigerado por agua montado en la parte trasera que ofrecía un rendimiento modesto. 26 CV de potencia.

Esta elección fue revolucionaria para la época, ya que permitía un mejor aprovechamiento del espacio interior y favorecía un diseño aerodinámico innovador.

Este motor y diseño mecánico no eran exclusivos del 130.

Mercedes-Benz utilizó el mismo conjunto en el 150 Roadster deportivo y en 150 Sport Saloon, producido entre 1934 y 1936.

Estos modelos deportivos fueron un intento de explotar el potencial del motor trasero, pero tampoco lograron el éxito deseado.

La historia del Mercedes-Benz 130 nos enseña que la innovación no siempre tiene una recompensa inmediata.

Sin embargo, el Mercedes-Benz “Beetle” demostró que incluso los fallos pueden dejar un impacto duradero en la industria automovilística.