Imagina un Volkswagen Combi 1955, pero con un giro inesperado: no viaja por carreteras, sino sobre raíles. Este vehículo extremadamente raro, conocido como VW T1 Klv-20, se convirtió en un vehículo ferroviario autopropulsado, combinando la versatilidad del bulli con la practicidad del transporte ferroviario. En este artículo, explorará esta fascinante transformación y comprenderá por qué se ha convertido en una verdadera reliquia de la historia del automóvil y el ferrocarril.
La revolución sobre raíles de la Volkswagen Kombi
cuando el VW Kombi (modelo T1) Entró en producción en 1950 y redefinió el concepto de vehículos utilitarios. El minibús, llamado cariñosamente bulli, se promocionó como una máquina multifuncional, que ofrecía un diseño simple, un interior espacioso y tracción trasera. El modelo se convirtió rápidamente en el compañero ideal para viajar, transportar carga e incluso para quienes buscan libertad en las carreteras.
Con una construcción asequible y versátil, el Bulli ofrecía infinitas posibilidades de personalización. Durante más de siete décadas se utilizó como coche familiar, vehículo de carga e incluso como autocaravana. Pero pocos saben que también ha sido adaptado para un uso muy concreto: como vehículo ferroviario.
La conversión a rieles
En 1955, el Bulli se transformó en algo completamente inusual: un autobús ferroviario. Llamado Klv-20 (abreviatura de “automóvil pequeño con motor de combustión” en alemán), fue diseñado para satisfacer las necesidades de Deutsche Bundesbahn (Ferrocarriles Federales Alemanes).
La empresa necesitaba vehículos compactos y eficientes para realizar servicios de mantenimiento en vías y señales. En lugar de diseñar algo completamente nuevo, la solución fue adaptar el confiable volkswagen Kombi para circular sobre raíles.
Producción y desarrollo del Klv-20.
A Deutsche Bundesbahn Encargó 30 unidades del Klv-20, que fueron construidas por dos fabricantes: Martín Beilhack Es Waggon & Maschinenbau GmbH. Cada empresa produjo 15 unidades a lo largo de un año.
Las furgonetas T1 estaban equipadas con un motor Volkswagen de 28 caballos de fuerza, así como con un chasis y ruedas específicos para la pista. Fueron necesarias algunas modificaciones, como la ausencia de volante y espejos retrovisores, así como un mecanismo hidráulico que permitía girar el vehículo manualmente 180 grados, eliminando la necesidad de conducir marcha atrás.
Externamente, el diseño se adaptó para cumplir con los estándares ferroviarios. Se reposicionaron los faros y las luces de freno y se instalaron nuevas luces en la parte superior del parabrisas dividido, creando una apariencia única.
Uso y rechazo
Tú Klv-20 Se utilizaban principalmente para la inspección y mantenimiento de vías. Con una velocidad máxima de 70 km/h, podían desplazarse rápidamente entre los puntos de trabajo. Sin embargo, a medida que se introdujeron nuevos vehículos y cambiaron las demandas operativas, los Klv-20 se retiraron en la década de 1970.
De los 30 vehículos producidos, sólo un puñado sobrevivió, convirtiéndose en piezas de colección de gran valor.
Una pieza rara y restaurada
Uno de los pocos Klv-20 supervivientes fue restaurado recientemente por el departamento. Volkswagen Vehículos Comerciales Oldtimer (VWNO), especializado en la conservación de vehículos históricos de la marca.
El modelo restaurado, número. 20-5011, se utilizó originalmente en servicios ferroviarios en Baviera y luego en el suroeste de Alemania. Después de su retiro, en 1988 fue adquirido por un coleccionista y finalmente pasó a formar parte de la colección del VWNO en Hannover.
La restauración fue exhaustiva y devolvió la gloria a este vehículo único. En 2025, se mostró durante la Día Internacional del Autobús VW, deleitando a aficionados y coleccionistas.
Especificaciones tecnicas
Según un folleto original, el Klv-20 tenía las siguientes especificaciones:
- Longitud: 4.100 mm
- Ancho: 1.750 mm
- Motor: Boxer de gasolina de cuatro tiempos
- Potencia: 28 caballos
- Transmisión: manual de 4 velocidades
- Velocidad maxima: 70 kilómetros por hora
- Ruedas: Acero de 550 mm de diámetro.
El interior era sencillo, con tres asientos tapizados: uno en la cabina del conductor y dos en el habitáculo, que podían retirarse para transportar carga.
El primer viaje tras la restauración de la Kombi
El equipo VWNO llevó el Klv-20 restaurado a una prueba en una pintoresca línea ferroviaria en Alemania. La experiencia fue descrita como emocionante, especialmente al cruzar un viaducto de 80 pies de altura.
El valor histórico y sentimental
Hoy en día, un vehículo tan raro como el Klv-20 tendría un valor estimado entre R$ 1,5 millones y R$ 2 millones, dependiendo del estado de conservación e historia asociada. Sin embargo, más que su precio, el Klv-20 simboliza la creatividad y la adaptabilidad que marcaron la época dorada de la ingeniería automovilística y ferroviaria.
Si le apasionan los vehículos históricos, el Klv-20 es un recordatorio de que incluso los diseños más simples pueden transformarse en soluciones extraordinarias.