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Desde muy joven estuve inmerso en el mundo de los coches. Mi infancia estuvo llena del sonido de los motores, el olor a pintura de automóviles y la visión de las hábiles manos de mi padre trabajando en automóviles. Cada visita al taller fue una lección práctica sobre el funcionamiento de los vehículos y el arte de transformar una carrocería abollada en un coche impecable. Aprendí a admirar la belleza y la complejidad de los automóviles, lo que encendió en mí una pasión duradera.