cuando el VW Kombi (modelo T1) Entró en producción en 1950 y redefinió el concepto de vehículos utilitarios.
El minibús, llamado cariñosamente bulli, se promocionó como una máquina multifuncional, que ofrecía un diseño simple, un interior espacioso y tracción trasera.
El modelo se convirtió rápidamente en el compañero ideal para viajar, transportar carga e incluso para quienes buscan libertad en las carreteras.
Con una construcción asequible y versátil, el Bulli ofrecía infinitas posibilidades de personalización.
Durante más de siete décadas se utilizó como coche familiar, vehículo de carga e incluso como autocaravana.
Pero pocos saben que también ha sido adaptado para un uso muy concreto: como vehículo ferroviario.
Hoy en día, un vehículo tan raro como el Klv-20 tendría un valor estimado entre R$ 1,5 millones y R$ 2 millones, dependiendo del estado de conservación e historia asociada.
Sin embargo, más que su precio, el Klv-20 simboliza la creatividad y la adaptabilidad que marcaron la época dorada de la ingeniería automovilística y ferroviaria.
Si le apasionan los vehículos históricos, el Klv-20 es un recordatorio de que incluso los diseños más simples pueden transformarse en soluciones extraordinarias.